Debido a las características y resultados hasta hora vistos en el uso de la cirugía láser, ésta se ha extendido como el método más habitual para corregir defectos de visión. Antes de elegirla como remedio a las enfermedades oculares se deben conocer todas sus ventajas e inconvenientes, ya que no todo el mundo está de acuerdo sobre sus beneficios a largo plazo.
Las ventajas principales, resultan obvias: en cuestión de minutos y sin necesidad de usar un bisturí se puede recuperar la vista, ya que el láser elimina el número de dioptrías y otros defectos, olvidándose de gafas y medicamentos.
Millones de personas operadas están encantadas con los resultados (desde 1991 se está usando), pero entre los profesionales no existe unanimidad entre si es una técnica fiable o peligrosa. Principalmente ópticos y optometristas dicen que si se emplea mal, el láser puede generar mala visión, aparte del hecho de que es una técnica “reciente” y que se desconocen los posibles efectos futuros que pueden aparecer en el ojo al ser aplicada.
Y es que si se habla de medicina en general y sobre todo de cirugía, hablar de garantías es una cuestión complicada, ya que nunca se puede garantizar una intervención quirúrgica, puesto que el ojo no tiene repuesto. Se puede dar garantía de una batidora, porque si sale mala, se puede sustituir por otra nueva.
No obstante, el Instituto Oftalmológico de Madrid asegura que bien indicada y ejecutada la cirugía refractaria puede eliminar casi el 100% de las dioptrías sin apenas riesgos para la visión. Y es que las probabilidades de quedar bien son prácticamente del 100%, siempre que la intervención se realice con un buen equipo láser, en un buen quirófano (que cuente con todas las garantías sanitarias) manejado por buenos profesionales. Por eso es muy importante elegir bien el lugar, el equipo láser y el personal que va a realizar la intervención.
Y es que generalmente después de la intervención se consigue una mejora espectacular de la visión natural. Casi todos los pacientes no necesitan ni gafas ni lentillas tras la operación (excepto los que tenían presbicia que necesitarán gafas de cerca). En algunos casos no se consigue tener una visión perfecta, ya que hay muy pocas personas que tengan una visión perfecta de forma natural, pero como el defecto es tan pequeño, el paciente no lo nota.
Lo más importante, (como en cualquier intervención quirúrgica) es que hay que meditar previamente la decisión, ya que se trata de una técnica invasiva (corta tejidos), que presenta riesgos. Aparte después pueden surgir una infección postoperatoria, queratitis lamelar difusa (DLK), crecimiento intraestromal del epitelio, y microestrías estromales. También se debe saber que, en casos de grave miopía, los resultados no siempre son seguros y a veces es necesario realizar una segunda sesión, siendo más peligrosa que la primera ya que un ojo ya operado no tiene la misma resistencia ante la operación.
También se debe tener en cuenta la respuesta cicatricial con la que el tejido responde a la aplicación del láser. Si la respuesta es menor de lo normal, significa que los pacientes han sido operados en exceso; si es mayor, quiere decir que no se ha eliminado todo el defecto que tenían antes de la operación, por lo que deben someterse a una nueva intervención o continuar utilizando gafas o lentillas. Pero llevar lentillas después de la intervención puede resultar molesto ya que la cirugía láser produce sequedad en los ojos (falta de lágrima), y los pacientes suelen generar intolerancia a las lentillas.
Ante estas posibles complicaciones, no se debe olvidar que según la Academia Americana de Oftalmología, tras la intervención láser ocular el 95% de los pacientes queda satisfecho con los resultados, diciendo que volvería a tomar la misma decisión y que sin dudarlo lo recomendaría a un amigo.
De todas maneras, si no le parece segura la operación con láser debe saber que existen nuevos métodos para evitar pasar por el láser o para aquellas personas que por tener una cornea muy fina, muchas dioptrías, ojos secos, o con una púpila muy grande no pueden optar a él. Por ejemplo, las lentes intraoculares de cámara posterior (ICL) cada vez se están usando más, ya que es un tratamiento reversible, y los estudios clínicos han demostrado que produce mejores resultados en la calidad de la visión post-operatoria, si se compara con los demás procedimientos modernos usados.
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